lunes, 15 de julio de 2013

Tesoros.

¿Dónde se guarda uno los besos que sólo pudieron sonar a la distancia? ¿Dónde se guarda uno las caricias que son para una piel específica? ¿Dónde se guarda uno el brillo en los ojos al recordar su sonrisa?

Tesoros, nostalgias, costras. Besos, caricias, mordidas.

El momento llega a ser hasta sagrado, ese momento donde la tienes al alcance de un beso. Lo revives una y otra vez en su ausencia, quizás no el beso, quizás no las manos juntas, quizás no la agitación en el pecho, sino la parte divina: ella.

¿Y qué es un momento? Mejor no corramos por ahí, o terminaremos más jodidos.

¿Cómo permites, al darte cuenta, que una mujer tenga poder sobre tu perdición y tu aparente salvación?  Porque un beso podría mantenerte cuerdo, o zafarte y salvarte, o mandarte al infierno.

Mis únicos tesoros son tus miradas que me hacen sentir seguro en este universo destinado a la muerte.