miércoles, 29 de julio de 2015

Llamadas.

No me gusta mucho hablar sobre lo que siento. No me gusta que la gente tenga el poder de saber algo sobre mí. No soy especialmente reservado, pero no soy de compartir tampoco.

Les voy a hablar de una sensación muy específica, que jamás he podido describir, sólo he podido narrar los momentos en los que la tuve, momentos que un par de veces precedieron a una angustia terrible. Mis memorias quizá estén desordenadas, pero les narraré como las vaya recordando. 

Deberíamos darle un nombre a esta sensación. Le llamaremos "dal". 

Bueno.

Creo que fue un diciembre, platicaba con una chica, por allá por el 2010. Estábamos platicando, entonces recargo mi espalda en el asiento al mismo tiempo que exhalo un suspiro y ella me dice que se siente mal y agradece que esté para ella. Cuando le digo que siempre voy a estar cuando me necesite, se vuela mi cabeza y la imagino un poco vieja, y yo tomándole la mano en un lugar muy frío. Justo en ese momento siento el "dal". 

Mi siguiente recuerdo es quizás unos días después. Al terminar de poner el árbol de navidad me pongo a descansar en el sofá más largo y me acuesto, pero esto me hace sentir incómodo, me estoy sintiendo incómodo desde hace un rato. Me enderezo en el mueble y comienza un video de James Blunt, "Carry you home", en la tele pasaban un especial de fin de semana dedicado a él. Respiro muy hondo y comiendo a sentir el "dal". Cierro lo ojos y escucho la música. Me da un poco de frío.

Este dal quizá se comparé al frío que se siente en Xalapa después que llueve y todo está mojado y estás esperando para ver a alguien que te hace sonreír desde adentro, o vas a llamarle de un teléfono público y no contestó y te quedas ahí. En el frío, en un lugar hermoso, solo, pero no triste. 

Mi siguiente recuerdo es una noche a las cuatro de la mañana cuando voy camino a comprarle un gatorade a mi entonces novia en una camioneta. Voy manejando y de pronto lo siento. Ahí estaba, el "dal". Y se extendió hasta que llegué y ella se durmió en mi pecho, acurrucada como un gatito. 

El siguiente recuerdo soy yo mirando por la ventana de un piso 20. Decidí bajarme ahí por una cursilería. El número veintiuno tiene un significado especial para mí. 
(Y qué sería de uno sin sus propias supersticiones).  Me bajo en ese piso y prendo un cigarro. Me quedo en la salita del piso y miro por la ventana. Veo la parte pudiente de la ciudad de méxico. ME siento bien. Siento el frío entrar y luego el "dal". Me toma alguien de la cabeza, me voltea y me da un pequeño beso en la nariz. Unos días después nos haríamos novio y terminaríamos porque le gusta mi mejor amigo que es una clase de genio. Me da el beso y al caminar al elevador, después de apagar mi cigarro, se va el "dal". Miro para atrás porque si uno no es ridículo, ¿quién? 

Mi último recuerdo es de hace unos treinta minutos. Cuando me di cuenta que por primera vez en mucho tiempo esperé a alguien con ansias. Que aún la espero. Pero así como el "dal" no ha sido de nadie y de ningún lugar, esta emoción y el "dal" que vino después de notarlo es solo mio. Aunque todo salga mal. Aunque esto no sea tan importante o no sea tan bueno, este "dal", este frío repentino, esta comodidad con la vida, es por lo que nací. Para estar feliz de vivir aunque sea un momentito, antes del último paf.