sábado, 19 de octubre de 2013

Garabato sin titular.

La paz se va, los versos se quedan.
La paz se va, los besos se quedan.
Los dioses pintan las mañanas.
Los atroces destinos morirán mañana.
No hay destino,
creerlo sería desatino,
uno no sabe dónde terminan sus versos.
No hay poesía
en estos versos cansados,
solo hay recuerdos,
y uno que otro ser humano empapado.

Por estos rumbos, a estas horas.

Por estos rumbos, específicamente a estas horas, te recuerdo tan vívidamente como al té  de la mañana o las hojas secas que pisé de camino a casa. No es por algún anhelo insatisfecho, es porque ya no me duele, ni me duele recordar tu sonrisa que me partía los días y secaba mis noches, no me duele recordar mis ojos llorosos mientras se me rompía el corazón. Así es, ya no me duele lo que hiciste. 
Aprendí que renegar de nuestras desdichas es renegar de la existencia misma de este momento, que renegar de ti sería también renegar de los besos sin sal que hoy ella me dará. Y que si un día ella también, como tú, se encuentra lejos y feliz, y yo desdichado y vivo, estaré feliz de haberlas conocido y seguir vivo y buscando. Pero hoy eso no importa, porque mis días están llenos de su aroma, de sus besos y  sus caricias, y, sobretodo, que en ella no hay rastro de ti. Que genuinamente tiene mi amor, y que tú ahora eres sólo una nostalgia otoñal.