martes, 28 de junio de 2016

Parallel Lines

Julián iba en el kilómetro cuarenta de la carretera tuxpan-méxico, cuando de su celular, en aleatorio, empezó a sonar Parallel lines por los altavoces del coche. Volteó a ver el celular durante tres segundos decidiendo si cambiarla o no. Sabía que no debía escucharla al cuarto segundo, al quinto se dio cuenta que no podría cambiarla.

What's the inmaterial subtance that evelopes two
that one perceives as hunger
and the other as food?

No puedes esperar que crea que puedes cambiar. Siempre vas a ser un miserable, y eso podría matarnos a los dos, porque yo vivo para ti, pero no esperes que crea que vamos a ser felices si tenemos un hijo.
Entonces ya sé que tu también te vas a querer ir después.
¿Ahora resulta que me quieres amarrar con un hijo?
No, no es nada de eso. Sólo que siempre he querido ser un padre, querer a mi hijo, hacer todo por él. Como cuando supe que eras el amor de mi vida y me di cuenta que te iba a dar mi vida, y lo hice. He cambiado por el amor que te tengo, podré ser mejor por el amor a mi hijo.
Sí, pero un hijo es diferente, nosotros estamos intentando ser lo menos miserables posible, ¿para qué traemos a alguien que lo más probable, no, seguramente, sea miserable también? Vamos a sufrir aún más si es miserable. Nos vamos a morir más si es miserable. No vamos a tener un hijo. Ya deja de ser tan caprichoso y tan paranoico diciendo que te voy a dejar; te voy a amar hasta que me muera, no hay escenario en el que no te ame.
El amor no tiene nada que ver con la permanencia.
Tampoco la felicidad con los hijos, Julián. Sólo estás racionalizando la pendeja idea de “tienes que tener hijos” de nuestros padres.
Claro que no, María. ¿Cual es el puto problema con querer tener un hijo contigo? Sí, quizá he racionalizado, pero es porque quiero que tengamos un hijo. Quiero tener un hijo contigo.
¿Cual es el puto problema con que yo no quiera? En realidad no necesito razones para no tenerlo.

Julián se levantó de la incomoda silla de playa y dejó a María sola, sentada al borde de la piscina. Ella lo vio alejarse, sintiéndose mal. Sintió las náusea de lo irremediable. Cuando lo perdió de vista se dio cuenta que no le dolía el alma, le dolía el cuerpo. Dejó de pensar al caer y deslizarse a la piscina.

I wake in tangled covers,
to a sash of snow,

Julián se distrajo un poco más recordando todas las personas que asistieron al funeral de María. Fueron cuarenta personas. Su padre no fue al funeral, tampoco volvió a salir de su casa. Pensó que quizá se suicidó, le parecía del tipo suicida, pero jamás lo sabría, no podría hablar con el señor sabiendo que fue su culpa que se ahogara en la piscina en la que la había dejado sola en un berrinche. Recordó el ataúd cobrizo asqueroso que eligió la madre, recordó cuando no dijo a nadie que ella quería ser cremada y esparcida sobre la tumba de Julián, con esa seguridad de longevidad que siempre se cargó.

you dream in a cartoon garden,
I could never know.

No le gustaba decidirse sobre el vacío o el cielo y el infierno. Tampoco pensar en la reencarnación. Cualquiera era injusto para ella. Cuando pasó el funeral, al llegar a casa y quemar todas sus cosas, solo conservó una fotografía, en la que escribió el epitafio que él hubiera puesto en la tumba, en vez de esa asquerosidad bíblica. “Perdón”.

Innocent imitation of how it would be

Le gustaba torturarse con una imagen de ella sentada viendo un concierto de Edith Piaf, intentando cantar como ella. Le fascinaba hacer cosas que no podía hacer bien. No le molestaba para nada no ser buena en algo, a pesar de ser obsesiva podía ser leve. Y lo hacía volar a él también. Quizá hubiera podido cantar más veces, ser feliz más veces, pensaba Julián mientras daban las tres de la mañana.

in my imagination, you are cast in gold
your image a compensation for me to hold.

Su mejor amigo, José David, el mejor pintor que conocía, lo escuchó durante horas. Después de escucharlo, tomar vodka y acabarse los jugos con los que le decía que los combinara para no hacer la “nacada” (como él decía) de tomarlo sólo con agua natural y un poco de limón, le dijo a Julián que dejara de idealizar. Que tenía que aceptar que no hubiera sido todo miel en la luna si seguía viviendo, que tenía que liberarse de la culpa. Julián le dio un beso a su amigo, le dijo que iba al hotel y que le gustaba idealizar porque pensar en lo peor la había matado. José David le sonrió diciendo que lo quería y que se veían mañana para ir a ver a su mamá que tanto preguntaba por él. Julián se sintió muy extraño al recordar la sonrisa de David y la de María al mismo tiempo. Se sintió muy extraño de la gente que había amado. Tenían sonrisas hermosas para haberse roto tanto por el tiempo y las ausencias. Se puso a llorar.


Parallel lines, move so fast,
toward the same point,
infinity is as near as it is far.

Julián se sintió muy bien de pensar en tanto en una sola canción, quizá si podría ser escritor después de todo. Aceleró un poco más, ya quería llegar. Se quedó viendo las lineas. Cantó “Infinity is near as it is far.. Parallel lines”. Siguió viéndolas. Las líneas amarillas continuas. Recordó su primer viaje por esa carretera y lo pacifica que siempre le pareció esa ruta. Siempre se sentía bien en esa ruta. Cantó un poco más “Parrallel lines… move so fast”, la voz se le rompió un poco justo antes de meterse al carril contrario para morir aplastado por un camión.


No salió en ningún periódico. José David todavía lo extraña, todavía lo dibuja. 

miércoles, 15 de junio de 2016

La verdad.

¿La verdad? ¿Quieres saber la verdad sobre el mundo? ¿Quieres saber por qué de pronto, no importa dónde y con quién, te sientes solo? Bueno, verás... Cuando tenía unos once años, de hecho estaba a un par de días de cumplir doce, hace ya casi setenta años, vi el mundo por primera vez cómo realmente es. Como lo es detrás del velo.
Ese día me levanté más temprano de lo normal por la inusual dureza de la cama esa mañana. Salí de mi habitación y no había nadie. Pero, verás... No era como otras veces. De verdad sentí que no había nadie en el mundo, qué de verdad estaba completamente solo. Lo confirmé saliendo de la casa y buscando a mis vecinos. Bajé la colina donde vivía y nadie. Estaba solo. Me puse a llorar desesperadamente, me puse las manos en la cara y lloré probablemente durante horas. Esa fue la última vez que lloré creyendo que hacerlo lo resolvería. Cuando me quité las manos de los ojos el color se había ido. Sí, el color, m'hijo. Dejé de ver los colores. Ese fue el peor momento, donde no hubo vuelta atrás, donde perdí mi inocencia por completo. En el color está la esperanza, inclusive de la sangre que corre de moribundos. El cielo, los árboles, el sol, todo es gris. Lo son también las flores. Gris era lo único que había. Entre más angustiado más se había roto el velo. Más se iba a romper después.
No, hijo, sí veo los colores justo ahora. Pero a veces me huyen. Es entonces cuando tengo que tomar mis medicinas que no le gustan a tu padre. Para poder pintar, para recuperarlos del engaño que son mis memorias.  Hay engaños por todos lados, hay muchos que parecen ser La Verdad, hay otros engaños que lo son, pero no hay que caer.
Bueno, ese primer día estuve en las escaleras donde te gusta sentarte a ver el atardecer. Me senté todo el día allí hace setenta años. Todo se empezaba a ver cada vez más... duro. Todo es duro. Todo es asquerosamente frío... Perdón, te digo, a veces puedo percibir pequeños guiños de la verdad.
Comenzó a anochecer y sentí hambre. Decidí que si iba estar solo para siempre, si era el único humano, debía poner ponerme en alto. Ser el mejor. Un cazador, agricultor, ingeniero, todo. ¿Y qué crees que no había? Animales. No había animales y estuve tan asustado todo el día que no me había dado cuenta. Pero justo donde debían estar los animales, había rocas. Corrí a mi casa para encontrar una roca  atada donde estaba atado mi perro. Cada vez todo era más angustioso. Entré a la casa, al cuarto de mis padres, y encontré dos rocas, todo en el mundo son rocas. La tele, cada libro, cada cosa que imagines.
Bueno, las rocas eran grisáceas con manchas negras, como viejas, con paño de tiempo y por alguna razón pienso que también de sufrimiento, como ese paño que se ve en los ojos de tu madre cada que le preguntas por qué no tuviste hermanos.
Me senté en la sala y me desmayé. Desperté de un sueño doloroso, donde mi alma no era más que una tormenta de arena. Entonces me calmé, si soñaba, de verdad había algo más que esto.
Con la calma estoy seguro que pasaron semanas, pero no tenía hambre, era como si no cambiara nada. Todo en stop. Pero yo ya había dejado la infancia. En pocos días, entre pedazos de mierda gris, me volví el viejo que soy ahora. Todo esté tiempo me la pasé en casa. Decidí salir una "mañana" y el pasto eran pequeñas piedritas, todo era piedras, todo ser viviente. Pero algo había cambiado. Las piedras, cada una de las pertenecientes a un ser vivo, tenían un ojo. Uno solo en cada roca. Tenía que haber alguien viendo del otro lado. Siempre hay alguien viendo del otro lado. Ahora, tanto tiempo después estoy seguro que es la muerte. Estoy seguro porque un buen día toqué uno de los ojos, le rogué por clemencia. Sólo escuché una risa sórdida que me estremeció como nada lo ha vuelto a hacer. Me quedé viendo, esperando otra risa. Esperando morir de una vez. Viendo ese ojo. Pero de pronto, vi los ojos de mi hermano. "¿Qué haces acá?", me preguntó. Estaba en las escaleras. Había vuelto. ¿Pero qué podía decirle que hacía? ¿Le tenía que decir que no era real?

Tanto años después he resumido la verdad en dos posibilidades, ponme atención. Una hace que mi hermano sea real, otra que tú tampoco lo seas. Aunque, hey, tranquilo, que no importa, que uno se encariña con las mentiras que se dice. Mi primer teoría es que el velo es quizá la unión entre todas las habitación en las que nos tiene la muerte y nos mira para divertirse. Que la muerte es nuestro dios. Que nos mira y se ríe de nuestra ignorancia sobre lo que realmente tocamos, olemos, abrazamos, y entonces sí es su risa lo que a veces escucho, pero no estamos completamente solos.
La segunda es que tú, estás mirando una roca, y estás solo, lector, y tienes que mirar con más atención.