jueves, 16 de febrero de 2012

Condescendencia

Estaba besándola y surgió una de esas dudas inocentes. Abrí mis ojos y... Úrsula tenía los suyos abiertos.

Es probablemente la chica mas hermosa que he besado y, probablemente, la que menos he amado.

¿Por qué tendría los ojos abiertos? ¿Será que no la hacía desvanecerse?
Ya había tenido esa duda, esa duda casi obligatoria de si cierra los ojos al besarte, porque tiene que ver con el amor, ¿cierto? ¿me importa su amor?

Nos miramos por la parte más pequeña de un segundo, cerramos apresuradamente los ojos y seguimos besándonos, como si no hubiera pasado nada, ¿pero qué era lo que pasaba? ¿Será que ella quería que la amara? 
Esa noche pasó, y muchas más. Me quitaba la ropa y me cimbraban las dudas, pero, ¿y si abría los ojos dudando ella también? 

Me hizo el amor. Me hace feliz, me ama con cada caricia y se preocupa por convertirse en mi vida, porque quiere darme la suya. Recuerdo las noches con esa que tanto amé y supongo que ella se sentía como yo, con la obligación de querer a quien te ama, pero con el peso de estar mintiendo a quien lo da todo por ti. Qué bien se siente ser amado.

Y no abrió los ojos, no de nuevo. ¿Qué tanto nos mentiamos? Bastardo, si yo miento, ¿por qué habría de hacerlo ella?

Pasaron los meses y ella no desistía. Me ama y yo a ella. Nos casaremos, hoy se lo pediré.
¿Cómo sé que la amo? Nunca había sido feliz, supongo que si me hace feliz puedo pasar toda una vida con ella, ¿cierto?



No fue al restaurante, dejó una nota:

«Abría los ojos porque sé que no me amas, la que te ama soy yo. Prefiero huir. Prefiero perderme de tu condescendencia. Ojalá me parta un rayo porque sé que tienes buen gusto con los anillos».
Me levanté llorando sin saber qué carajos sentía, lo averigüé con la chica que se me quedó viendo desde la barra, unas tres horas y una habitación de hotel después.
Pero ya nadie me ama, pero nadie me hace el amor.


 «Seré muy breve. Te he perdido y eso duele».

No hay comentarios:

Publicar un comentario